Cuando el silencio parece por fin volverse amistoso, la melancolía asoma su fea cara y me lleva de cabeza a un pasado hóstil y cruel que me arrastra en una espiral de la que no veo la forma de salir. A veces creo que el dolor no se irá nunca, que formará parte de mi piel hasta que todo lo que un día fui se pudra bajo tierra húmeda y olvidada.
Y cierro los ojos con fuerza y deseo que todo deje de existir, que nos quedemos la Nada y yo jugando una partida de ajedrez interminable, sin la menor intención de reconstruir Fantasía, solo viendo pasar el tiempo mientras todo desaparece a nuestro alrededor. Y cuando solo quedemos ella y yo, cuando solo me rodee la Nada y mi única opción sea dejar de existir o unirme a ella, encenderé mi último cigarro, lo fumaré lentamente, y decidiré que, por esta vez, me niego a seguir buscando motivos, que se me han acabado las excusas y que no puedo sino admitir que el mundo me importa una mierda y que llevo demasiados años esperando el momento de bajarme como para desaprovecharlo.
Me iré con la Nada, vacía, inerte, inexistente, sin ser si quiera un recuerdo. Y dejaré de ser, de sentir, de pensar, de escribir. Dejaré. No estaré, porque tal vez nunca haya sido. Y la realidad de mi no existencia me dará tanta paz que todo habrá tenido sentido.
Tal vez las drogas no funcionen, pero a veces ayudan a ver la tristeza con una claridad infinita
alèrgia
Hace 7 años
1 comentario:
Que hermoso, si tu lo escribiste te pido que lo sigas haciendo de esa manera. Saludos desde el otro lado del mundo.
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