No somos más que títeres, sujetos por una sociedad que nos obliga a representar un papel en el que debemos encajar porque la libertad de la que presumimos no es más que una burbuja que limita nuestro espacio vital para darnos una falsa sensación de libre albedrío. Así funciona todo.
En este corto, en apenas unos minutos, nos vemos reflejados en las palabras de un borracho que se niega a aceptar seguir atado por esos hilos, pero hay moraleja: la libertad tiene un precio.
alèrgia
Hace 7 años
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