lunes, octubre 20, 2008

mi niño





La felicidad es un estado tan relativo como la infelicidad. Hasta ahí está todo claro,o por lo menos es un razonamiento simple, limpio y sin demasiadas complicaciones.
El problema es que la felicidad es más que un estado.Es un conjunto de estados que provocan unas emociones...o que vienen provocadas por dichos estados. El caso es que más ser, se está feliz.
Yo llevaba algún tiempo en el que no sentía nada.Ni bueno ni malo.No había ni estados ni emociones.Solo ruido, latidos rápidos y fugaces en el tiempo en los que creía haber llegado a sentir algo.Pero eran demasiado fugaces y escasos como para que significaran algo.
Hasta este pasado fin de semana, en el que pasé del dolor más profundo y real, un miedo y una rabia que casi creía extinguidos en mi, al éxtasis más absoluto al oir una palabra.
Me explico: el viernes arrastré al pobre J a ver "Camnino". ¿Mis motivos?...creedme, eran puramente cinematográficos. Después de anestesieantes tan cruelmente anodinos como "Mar adentro", me había vuelto escéptica con respeto a las películas basadas en historias reales y jodidas. Y Javier Fesser me dejó, después de dos horas de metraje, con el rimmel por los pies(ni Mac es infalible, Encarna), los ojos ardiendo y el corazón encogidido en un rincón. No diré más. Tan sólo, que el dolor se puede plasmar en cinta. Ellos, el director y sus actores, lo han hecho.
El malestar persistió. Aquí una servidora durmió poco y mal esa noche...pero la vida sabe de crear momentos agridullces, de darte una de cal y otra de arena...y el sábado por la tarde, mi niño me llamó TIA. Y todo lo demás, no importa.

1 comentario:

Unknown dijo...

Has caido!!! tu tambien!!! como todo el mundo que ha ido a ver a esa película! si hasta seguro que la madre de la niña te cae fatal, a partir de ahora. Yo creo que iré primero a ver "quemar después de leer" si encuentro con quien, claro!

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