sábado, noviembre 29, 2008

Mi dulce príncipe



Detenidos y sobrecogidos por el silencio sepulcral que se abrió entre nosotros nos dejamos llevar por el abismo.Pudimos, al menos elegir.Follar parecía, una vez más menos doloroso que decirnos la verdad, y así lo hicimos. Te devoré como mi última comida, saboreando con deleite tus fluidos, hasta entender que después me sentiría saciada de ti, aunque más vacía que nunca. Esa Nada con la habíamos completado los momentos, esa Oscuridad con la que fingimos entender la ausencia de sentido a seguir usando el plural en nuestras frases...y todo seguía igual.
Siempre serás mi dulce príncipe, el que debería haberme salvado, como en los putos cuentos que mi madre me contaba de cría.Esperé sentada junto a los enanos, me fié de la Malvada Bruja del Oeste, probé cientos de manzanas envenenadas, y cuando llegaste, confié en ti con la ceguera del que sólo es capaz de creer sin preguntar.Ahora debería joderme y quedarme a tu lado, ayudarte a sacar lustre a tu espada sin estrenar y desear que venga algún dragón a retarte para ver qué culo correrías a salvar primero.Te oígo roncar, a mi lado, y mil pensamientos maliciosos acuden en tropel a mi cabeza.Entonces recuerdo que no soy una princesa, que uso un 40 de zapato, odio esperar sentada junto a la ventana y en mi puñetera vida me ha salvado nadie.
Así que, cojo las cuatro cosas que he dejado tiradas por tu cuarto en todo este tiempo juntos y decido que dejarte una nota es demasiado peliculero.Te miro y sonrío,porque por fin tengo las narices de dejar de ser Blancanieves y empezar a ser el proyecto de mi misma.
Conociéndote, el abismo se irá haciendo cada vez más grande y tardaremos en volver a vernos.

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